El suicidio es la tercera causa de muerte en España entre los 15 y los 29 años. Este dato refleja la importancia de detectar y prevenir los intentos de suicidio. Ya quedó atrás el tabú de la muerte y del suicidio y el mito de “Hablar de ello da ideas, hará que más gente se quite la vida”. Al contrario, hablemos de suicidio, informémonos y podremos ayudar tanto en el ámbito profesional como personal.

 

¿Dónde encontramos mayor riesgo de suicidio?

En primer lugar, las estadísticas hablan de dos rangos de edad en los que encontramos una mayor tasa de suicidio: en mayores de 65 años y de 15 a 25 años. En cuanto a las diferencias de género, observamos más suicidios consumados en hombres (y más cuando se trata de hombres divorciados, separados o viudos) aunque más intentos en mujeres. También destaca que haya más intentos en personas solteras, tanto hombres como mujeres.

 

El desempleo es otro factor de vulnerabilidad, especialmente si es prolongado y se interpreta como un fracaso personal. Desgraciadamente, las personas homoxexuales y bisexuales también son más vulnerables debido al daño emocional que pueden provocar las actitudes homófobas y la falta de apoyo.

Por otra parte, padecer una enfermedad médica crónica es otro factor de riesgo, así como trastornos psicológicos.

En esta última categoría, sobresale la depresión, donde la prevalencia de suicidio es de 20 a 40 veces mayor que en personas que no padecen este trastorno del estado de ánimo. El trastorno bipolar, los problemas con el consumo de alcohol, el Trastorno Límite de Personalidad y la anorexia nerviosa también están muy relacionados con el riesgo de suicidio.

 

¿Qué entendemos por conducta suicida?

Es posible que hayas escuchado o leído varios conceptos relacionados con el suicidio e incluso varias definiciones del mismo. Dado que no es sencillo determinar dónde acaba la intencionalidad y comienza la acción o hasta que´punto la persona deseaba acabar con su vida, los psicólogos hemos optado por nombrar cada uno de estos fenómenos. Veamos algunos de los más representativos para que puedas hacerte una idea de qué implica tener el suicidio en mente:

  • Ideas suicidas. Se trata de pensamientos sobre acabar con la propia vida. Pueden ser más o menos específicos, es decir, la persona puede haber elegido un método o el momento que cree adecuado, o bien puede ser algo indeterminado.

  • Tendencias suicidas. La persona tiene la intención de quitase la vida.

  • Comunicación suicida. Se expresa, de forma directa o indirecta, los pensamientos o la intencionalidad hacia el suicidio.

  • Intento suicida. Es aquella conducta dirigida a quitarse la vida que, por circunstancias azarosas, no termina en muerte.

  • Intento de suicidio abortado. En este caso es la propia persona que inicia la conducta suicida la que detiene el proceso.

  • Suicidio consumado. La persona acaba quitándose la vida.

Todos estos fenómenos cumplen un papel en el denominado espectro suicida. Podemos decir que la persona pasa de unos a otros, aumentando la gravedad, hasta el intento o intentos de suicidio o el desenlace último que seria la muerte mediante el suicidio intencional o consumado.

 

 

¿Cómo actúo si detecto actitudes suicidas?

Recurre a ayuda profesional. Muchas veces, queriendo ayudar a nuestro ser querido no lo conseguimos, ya que no disponemos de los conocimientos necesarios. No te arriesgues a que ponga en práctica lo que amenza con hacer ni le quites importancia porque crees que quiere llamar la atención; aun siendo esa su intención, podría provocar su muerte. Ponte en contacto con tu psicólogo de confianza para que os oriente.

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