Nuestra autoestima está vinculada a nuestro autoconcepto. Esto quiere decir que me querré más o menos en función de la opinión que tengo de mí mismo.
Alguien con una alta autoestima piensa de sí mismo que está capacitado para hacer frente a su trabajo, estudios, a la vida familiar, de pareja, a relaciones de amistad y a los problemas cotidianos como poner una lavadora o asistir a una reunión de vecinos. Piensa que “Soy capaz”, “Será difícil pero podré con ello”, “Soy buen amigo”, “Se me da bien mi trabajo”.
Sin embargo, una baja autoestima nace de un concepto pobre de uno mismo. Pensamientos del tipo “Soy menos que los demás”, “No seré capaz de hacerlo” o “No valgo” reflejan bien esta idea de autoconcepto negativo. La creencia de que soy de peor calidad que los demás, que no se me da nada bien (o no le otorgo importancia a lo que creo que se me da bien), que soy inferior, débil, poco útil o poco capaz es lo que resulta en un empeoramiento del autoestima.
Autoestima y problemas psicológicos
Es frecuente encontrar a personas que tienen un trastorno emocional con una baja autoestima. Quizá el más conocido sea el caso de la depresión, donde se puede llegar a creer que se es alguien sin valía, tanto, que incluso pueden pensar que su entorno estaría mejor sin ellos. Ideas como “Soy un fracaso”, “No valgo para nada”, “Soy un inútil”, “No hago nada bien”, “No soy capaz ni de levantarme de la cama”, pueblan la mente afectando a la autoestima negativamente.
No solamente en la depresión, sino también en los trastornos de ansiedad como el trastorno de pánico o el obsesivo-compulsivo, no es extraño encontrar un autoconcepto algo dañado; especialmente, si el problema se ha prolongado en el tiempo. Cuando la persona arrastra el problema de ansiedad durante meses (y, en ocasiones, hasta años) pueden surgir pensamientos desesperanzadores sobre los recursos personales: “No seré capaz de superarlo”, “Soy diferente”, “Soy peor” o
“Soy débil”. El concepto de sí mismo está especialmente magullado en personas con fobia social, ya que existe la creencia de que hacen muchas cosas mal, que los demás siempre están por encima y, además, el resto de personas piensa lo mismo de ellos: “Soy torpe”, “¿Por qué yo no puedo hacerlo como los demás?”, “Soy inferior”, “Soy tonto”.