La ansiedad al separarse de los padres aparece ya en el primer año de vida, aproximadamente a los 7 meses, y su función es protectora, pues impide que los niños se alejen demasiado de sus padres y se pierdan o se hagan daño en su afán por explorar el mundo.

La madurez biológica y psicológica de los pequeños va acompañada de la guía de los padres, que le educan mediante instrucciones, guía física, modelado… promoviendo multitud de aprendizajes como hablar, leer, controlar esfínteres, vestirse o utilizar herramientas (por ejemplo, cubiertos). Todo ello, fomenta su autonomía, siendo capaz, con el paso del tiempo, de entretenerse, jugar, dormir o leer por su cuenta, sin necesidad de que los padres estén presentes en todo momento.

En la mayoría de los casos, la ansiedad por separación que experimentan los niños al separarse de sus padres es leve y pasajera; además, va desapareciendo a medida que crece el niño.

¿Qué es la ansiedad por separación?

Se trata de un trastorno de ansiedad que afecta a entre un 3% y un 4% de la población infantil, siendo más frecuente en niños que en adolescentes. La edad media de inicio se sitúa entre los 7 y 8 años. Su principal componente es la ansiedad desbordante cuando está sin los padres (o aquellas personas con las que tiene mayor apego) o prevé que va a estar sin ellos (anticipación). No hablamos de la ansiedad típica del primer día de clase, de campamento o la primera vez que duerme en casa de un amigo, sino de una ansiedad desproporcionada para su edad y la situación que está viviendo que le provoca mucho malestar y preocupación, alterando su funcionamiento (por ejemplo, negarse a ir a actividades extraescolares, fracaso escolar, no hacer amigos).

Qué cambios fisiológicos nota un niño con ansiedad por separación? La ansiedad intensa que hemos nombrado puede vivirla como dolor de estómago, náuseas, vómitos, mareos, dolor de cabeza, sensación de ahogo, dificultad para tragar, opresión en el pecho, pesadillas sobre desgracias ocurridas a la familia (por ejemplo, robo o incendio en la casa, asesinato de los padres, secuestro…).

Niña con ansiedadEstas sensaciones producto de la emoción intensa derivan de una preocupación excesiva. El pequeño tiene mucho miedo a que sus padres, otros familiares o él mismo caigan enfermos, sufran un accidente, un secuestro, se pierdan o mueran. En resumen, teme que algún miembro de la familia o él mismo sufra algún daño y esto provoque su separación definitiva.

¿Qué hace el niño ante este miedo? Pues evita quedarse solo y, si no tiene alternativa, usa “trucos” para sobrellevar la situación. Para evitar la separación de los padres usa estrategias como las rabietas, el llanto, las súplicas e incluso las amenazas y la agresión física. Cuando el niño se ve solo utiliza estrategias que le dan seguridad. Puede ser una luz para dormir o llamar por teléfono a los padres.

Factores de vulnerabilidad a la ansiedad por separación

Los niños con un estilo de pensamiento negativo, que perciben las situaciones nuevas y ambiguas como peligrosas y con un autoconcepto negativo sobre su capacidad de hacer frente a la vida, son más vulnerables a padecer este trastorno.

Los problemas familiares también influyen: estrés y violencia familiar, problemas de pareja, separación o divorcio, enfermedad o trastorno psicológico de los padres (especialmente depresión y trastorno de pánico).

Otro factor relevante es la relación del niño con los padres. Un buen vínculo con los hijos les hace fuertes frente a este problema de ansiedad. Este vínculo saludable lo consiguen los padres que muestran una actitud positiva, sensibilidad, apoyo, estimulación, reciprocidad y consistencia al relacionarse con sus hijos. Por el contrario, hacen más vulnerables a sus hijos los padres con un estilo de crianza sobreprotector, que ejercen más cosntrol dejándoles menor autonomía y haciendo hincapié en la prudencia y en evitar correr riesgos.

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