Hoy trataremos uno de los núcleos principales de la adicción a las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC), la adicción al smartphone con todo lo que ello implica.

Marcando el terreno

Dentro del ámbito de tratamiento en adicciones, los psicólogos, distinguimos entre dos tipos: Adicciones tóxicas y no tóxicas.
Adicciones tóxicas: Existe una adicción a una sustancia química determinada o droga: tabaco, alcohol, cocaína…
Adicciones no tóxicas: Existe una adicción a una conducta o actividad determinada: sexo, nuevas tecnologías, compras, juego…

Nuestro caso se encuentra dentro de éstas últimas.

¿Por qué los smartphones?

Y ¿por qué no hablar sobre videojuegos o internet? Muy fácil, por su gran accesibilidad. En un smartphone puedo estar navegando por internet, dos segundos más tarde continuar una conversación con un amigo y a continuación reanudar mi partida al Apalabrados. Un smartphone lo integra todo, cabe en un bolsillo y, si tengo tarifa de datos mantengo una conexión contínua esté donde esté. En términos de aprendizaje y conducta, el smartphone nos ofrece recompensas múltiples e inmediatas, es fácil “engancharse”.

Lucía está aburrida en su habitación, de repente suena su Iphone, sus amigas le han mandado una imagen divertida, imposible aguantar la risa. Ella les contesta y adjunta una foto de sus nuevas zapatillas. Una de sus amigas contesta: “Son chulísimas, buena compra”. A continuación cuelga las dos fotos en twitter y facebook, en 5 minutos ya tiene 2 comentarios y 7 “Me gusta”. En unos 10 minutos ha obtenido un gran refuerzo: se ha divertido con la imagen, y se ha sentido halagada por sus amigos/as. ¿Le ha costado mucho esfuerzo obtenerlo? Está claro que no.

Nada más lejos de demonizar la tecnología ni los avances como algunos medios de comunicación hacen continuamente. Eso sí, si hablamos puramente de adicción psicológica, será más fácil engancharse a ésto que, por ejemplo, jugar al tenis.

Paso mucho tiempo con mi smartphone ¿Soy adicto? (Mal uso vs Abuso)

Al leer esto, estarás de acuerdo conmigo en la delgadez de la línea que separa el mal uso del abuso. La clave no está en utilizar un cronómetro y medir el tiempo de uso, sino en el grado de control que existe sobre la conduta potencialmente adictiva y el consecuente deterioro de la vida cotidiana.

Especial cuidado con los adolescentes: Prevención

Revisar contenido: Visionar contenido junto al adolescente y ayudarle a proteger la intimidad en las redes sociales será un gran apoyo. Si se trata de un ordenador o un móvil de la casa, la utilización de filtros de contenido y contraseñas evitarán el abuso. Si los padres no están familiarizados con las nuevas tecnologías es muy recomendable que se pongan al día con cursos o algún familiar enterado, ¡perder el miedo y compartir experiencias con nuestros hijos lo vale!.

– Confeccionar un horario: Es positivo que desde pequeños se pacte un horario con los padres para propiciar un buen uso de las nuevas tecnologías y evitar el aislamiento. En el caso del smartphone: una hora y media diarias excepto fines de semana.

Comunicación cara a cara: Este canal, cada vez más a la baja, debemos estimularlo y valorar su uso entre los adolescentes. En lugar de largas conversaciones en whatsapp o facebook, ¿por qué no invitar a sus amigos a casa o pagarnos un cine? Comunicación cara a cara + cultura, una gran combinación.

Diálogo familiar: Dejar un espacio en el que esté toda la familia (en la cena por ejemplo) para hablar de cómo ha ido el día, qué nos preocupa o qué nos encantaría hacer. Un diálogo fluido entre los mayores de la casa y los adolescentes vale su peso en oro.

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