Nuestra sexualidad es parte de nosotros y un componente más de nuestra felicidad. Experimentar dificultades en este ámbito afecta al propio autoconcepto (que, a su vez, influye en la autoestima) y a la relación de pareja. Como problema de pareja que es, así lo resolveremos, en pareja.

El objetivo de la terapia no es enseñar posturas sexuales, sino eliminar aquello que entorpece o interrumpe la relación sexual.

Tú, yo y sexo

La respuesta sexual comienza con el deseo, al que le sigue la excitación, que culmina con el orgasmo y finaliza con la resolución. Pues bien, es fundamental conocer en qué momento aparece el problema. ¿Se trata de una falta de apetito sexual? ¿Dificultades con la erección o eyaculación precoz? ¿Acaso hay dolor?

No te extrañes cuando tu psicólogo os pida detalles sobre vuestra vida sexual. Conocer la frecuencia, quién empieza el acercamiento, cómo son los contactos iniciales y demás información sirve para detectar en qué punto se tuercen las cosas. Solo así os puede proponer el tratamiento adecuado.

Nos gustaría aprovechar para decirte que es normal que te sientas algo avergonzado, no relatas todos los días tus relaciones sexuales con tanta precisión. Sin embargo, tu terapeuta sí está acostumbrado a escuchar intimidades, no le contarás nada que no haya oído ya. Como buen profesional te ayudará a desmitificar el sexo y a sentirte más cómodo hablando sobre sexualidad, lo que repercutirá en una mayor satisfacción personal y de la pareja; porque con la pareja hay que hablar sobre sexo.

Pensamientos comunes

Cuando tu cuerpo no da la respuesta que esperas, es frecuente que tu actitud frente a las relaciones sexuales cambie y te encuentres pensando algunas de estas cosas:

     tnos_sex2          1) Que voy a fracasar. Por ejemplo: “No se me pondrá dura”.

               2) Vivirlo “desde fuera”. Es decir, estar pendiente de “cómo estoy”.

               3) Distracciones. Como pensar qué tengo que hacer esta tarde.

               4) Miedos. Por ejemplo: “Nos pillarán”, “Dolerá”.

Educar en sexualidad

Imprescindible. Siempre es buena idea revisar las ideas que traemos de casa, ponerlas sobre la mesa y ver qué tienen de cierto. ¿Sexo es igual a coito? ¿Si no hay penetración “no ha pasado nada”? ¿Las caricias cuentan? ¿Los hombres siempre están dispuestos? ¿Las mujeres no disfrutan tanto como ellos?

Lo que se pretende con esta parte del tratamiento es conocernos mejor, ser realistas, reducir la ansiedad y orientar las futuras relaciones sexuales.

Un tratamiento para cada problema

Si bien es cierto que cada problema requerirá de unas pautas para ser resuelto, todas ellas pretenden modificar la forma en que la persona afronta su dificultad y la manera en que la pareja se desenvuelve en sus relaciones íntimas. Cambiar esa visión de fracaso, de “Yo nunca podré o sentiré…” o “Ya no volverá a ser lo mismo”. En resumen, de alcanzar una satisfacción con la sexualidad que añada más felicidad al individuo y a la pareja.

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