Las razones para acudir al psicólogo son muy variadas: desde problemas de ansiedad, pasando por depresión o trastornos alimentarios, entre otros; pero también nos encontramos casos en los que, sin existir un problema de salud, deciden acudir a nosotros para mejorar su estilo de vida.
Si nos sentamos en un banco en cualquier parque cercano y observamos a nuestro alrededor, veremos a personas yendo rápido a sus puestos de trabajo, a comprar, a la casa de la persona a la que cuidan…con sus mentes ocupadas en el pasado o en el futuro, pero sin prestar atención a los árboles ni a la gente con la que se cruzan; con preocupaciones sobre la economía familiar, sobre el comportamiento de sus hijos, sobre el ambiente en el trabajo, intentando dar solución aunque no la tenga o no pueda aplicarse en el momento.
Este texto va dirigido a aquellas personas que quieren sentirse mejor en su vida diaria, sin que actualmente exista ningún trastorno psicológico, en cuyo caso tendrán que buscar ayuda profesional para superarlo.
Los esenciales del bienestar
Antes de aplicar técnicas más complejas para aumentar nuestro bienestar, es recomendable haber adquirido una serie de hábitos básicos que sirven de fundamento. Estamos hablando de una alimentación equilibrada, un descanso adecuado y la inclusión de suficientes actividades de ocio.
Una alimentación equilibrada ayudará a todo tu cuerpo y, por supuesto, a tu sistema nerviososo, a obtener los nutrientes necesarios para un buen funcionamiento. No es casualidad que tu psicólogo te pregunte sobre tu alimentación, ya que puede afectar a tu estado de ánimo y tu rendimiento. Si no dispones de suficientes conocimientos sobre el tema o quieres saber más, acude a un profesional de la nutrición para asegurarte de que vas por el buen camino.
Todos hemos vivido el típico día en el que hemos dormido mal y sabemos lo que cuesta hacer frente a cosas cotidianas con falta de sueño. Estaremos más irritables, de peor humor, más cansados, menos ágiles mentalmente, con desgana. Una buena higiene del sueño incluye irse a dormir más o menos a la misma hora cada día, seguir una rutina justo antes de irnos a la cama (por ejemplo, me pongo el pijama, me cepillo los dientes y me acuesto) y evitar actividades excitantes cerca de la hora de dormir (película o libro que nos engancha, pensar sobre cosas a resolver al día siguiente o ejercicio intenso).
Por último, el ocio es una parte fundamental de nuestra vida que nos permite mantener el estado de ánimo en positivo. Si encadenamos varios días con más responsabilidades que actividades agradables, notaremos la bajada de ánimo. Por ello, es interesante dedicar tiempo a actividades que nos gustan para disponer de un “colchón de positivo” para cuando lo necesitemos. No relegues el ocio a un segundo plano porque “no es tan importante”, invierte en ello.
El siguiente paso del bienestar
Una vez afianzados los objetivos anteriores, podemos dar un paso más allá: vivir en el presente y conseguir relaciones sociales saludables.
El primero consistirá en una forma diferente de enfocar la vida: en el presente. El mindfulness o atención plena pretende que entrenemos nuestra atención para ser más conscientes de lo que hacemos en cada momento. Es aplicable a cualquier acción que llevamos a cabo: cuando comemos, cuando nos vestimos, cuando tendemos la ropa, cuando vamos por la calle, cuando vemos una serie…El entrenamiento comienza por las actividades más sencillas como comer una pieza de fruta o bajar la basura. Conecta todos tus sentidos al momento presente, ¿qué oyes?, ¿qué ves?, ¿qué hueles?, ¿qué sabor o textura notas?, ¿qué tacto tiene? A medida que lo practiques, verás que eres capaz de estar más tiempo en este “estado”. Puede que conozcas esta forma de centrar tu atención a través de clases de meditación o disciplinas como el yoga. Eso sí, exige formación y profesionalidad.
En cuanto a las relaciones sociales, nos fijaremos en la calidad y no en la cantidad. Buscamos relaciones equilibradas en las que te sientas a gusto, notes que puedes expresar tus emociones y opiniones, hay lugar para la crítica constructiva, puedes aportar ideas y participar de las actividades que realizáis juntos y no tienes miedo a decir “no”. Y todo ello lo haces de forma calmada, sin gritos ni imposiciones. En resumen, buscamos relaciones en las que puedas defender tus derechos sin pisotear los del otro.
Si quieres más información sobre cómo aplicar estas recomendaciones en tu vida diaria, no dudes en contactar con nosotros. ¡Queremos mejorar tu bienestar!
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